La elección de un anti-virus (dejando de lado el tema del costo) siempre dependerá de los requisitos de calidad. Si un usuario no utiliza Internet activamente, visita sólo sitios web de confianza, recibe correspondencia de un número limitado de personas y no descarga nuevos programas de Internet todo el tiempo; entonces los requerimientos de protección anti-virus pueden ser mínimos.
Por el contrario, si el usuario utiliza la red ampliamente, su volumen de correo electrónico es alto y utiliza regularmente los servicios de búsqueda; entonces los requisitos de protección antivirus son mucho más altos.

La confiabilidad y usabilidad son los criterios más importantes a la hora de elegir una solución de seguridad, ya que incluso un “antivirus absoluto” puede terminar siendo absolutamente inútil si entra en conflicto con el sistema, reduce fuertemente su eficiencia o de vez en cuando “se cuelga“. Si un antivirus requiere de conocimientos especiales que la mayoría de usuarios comunes no posee, será demasiado difícil de usar. El usuario común simplemente ignorará los mensajes de advertencia y hará clic al azar en los botones de “Sí” o “No”, dependiendo de cuál está más cerca del cursor. Y si un antivirus hace preguntas difíciles, probablemente el usuario lo desactivará, si es que no lo elimina directamente del sistema.

Asimismo, si la versión del antivirus corporativo no tiene las características necesarias para administrar la red de la empresa, la mayoría de los administradores de sistemas optará por un producto menos seguro pero más conveniente.

La protección integral es un segundo criterio de gran importancia. Todos los dominios informáticos y todos los tipos de archivos y elementos de red que pueden ser atacados por un virus tienen que estar constantemente bajo protección. El programa de seguridad debe ser capaz de detectar un código malicioso y proteger a todos los canales de una posible intrusión (e-mail, WWW, FTP) en la computadora y en la red.

La calidad de protección es el tercer criterio clave. Cualquier antivirus sofisticado carece de utilidad si no es capaz de proporcionar el nivel requerido de protección contra programas maliciosos. Los antivirus tienen que poder resistir un entorno agresivo en constante desarrollo. Cada día, los nuevos virus, gusanos y troyanos se vuelven mucho más complejos que sus versiones anteriores.
La calidad de protección se compone de las siguientes características: nivel de detección de programas maliciosos, frecuencia y regularidad de las actualizaciones, capacidad para eliminar adecuadamente el código del virus del sistema, capacidad de usar eficientemente los recursos del sistema, posibilidad de doble protección de diferentes fabricantes y capacidad para proteger a los usuario contra virus y troyanos conocidos, pero también ante los más nuevos.